Mbappé nos deja fuera de juego
Benzema y Mbappé dieron la vuelta al gol inicial de Oyarzabal en una final en la que España fue mejor equipo pero Francia tuvo más pegada
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Un gol polémico y legal de Mbappé dejó a España fuera de juego, compuesta y sin Nations League. Los de Luis Enrique fueron superiores pero Francia tiró de pegada para voltear el gol inicial de Oyarzabal. Benzema dibujó una obra de arte para empatar y el citado Mbappé logró el definitivo 2-1 tras una bicicleta genial que engañó a Unai Simón en el mano a mano.
Luis Enrique, que salió por la puerta grande con su apuesta ante Italia, casi calcaba el once titular frente a los franceses. Apenas un par de retoques en el once, Eric García por Pau Torres y Rodri por Koke, y el resto los mismos que salieron del miércoles. Dicho de otro modo, otra vez la camiseta de los mayores para el pequeño Gavi y otra vez con el tridente Sarabia-Oyarzabal-Ferran que hizo trizas a la zaga azzurra en la semifinal.
Enfrente Francia, una selección con más estrellas que la alfombra roja de los Oscars pero que no suele comportarse como un equipo. La Francia de de Pogba, de Griezmann, de Benzema y, por encima de todos, la Francia de Mbappé. Deschamps volvió a apostar por los tres centrales –Kimpembe, Varane y Koundé– con Pavard y Theo como laterales largos y con Pogba manejando el centro del campo por detrás de un tridente de otra galaxia.
Sobre el papel España es más equipo pero Francia tiene más pegada. Con esas premisas comenzó en San Siro la final de esta competición de nuevo cuño llamada UEFA Nations League, que no es más que la Superliga de selecciones. Es decir, un torneo corto en el que los buenos juegan contra los buenos y las selecciones de segundo y tercer nivel no tienen cabida. Por eso salen partidazos como el España-Francia que nos ocupa.
Les cuento pues. Que España arrancó con descaro y valentía. Manejábamos la pelota con soltura y presionábamos a los franceses como si el mundo se fuera a acabar mañana. No se arrugó Francia, que devolvió presión con presión y respondió con el primer aviso. Lo dio Benzema, que partía de posición dudosa, pero que se plantó en el mano a mano ante Unai Simón. O se adornó o se entretuvo, así que lo que pudo acabar el gol terminó en uy por suerte para nuestros intereses.
Intercambio de golpes
Repúsose del susto España con una soberbia maniobra de Ferran Torres, que encontró el desmarque emboscado de Oyarzabal para meter el susto en el cuerpo a Hugo Lloris. El partido empezó a ser como la tertulia de La Sexta Noche: un intercambio de golpes. El peligro para los nuestros es que pegarte con Francia es como hacerlo contra Mike Tyson en sus mejores tiempos.
Camino del minuto 20 ambas selecciones decidieron tomarse un respiro quizá porque hasta AC/DC tiene alguna balada. España empezó a jugar con posesiones más largas y Francia decidió replegar, protegerse y fiarlo todo a la imaginación arriba de Benzema y a la velocidad en las contras de Mbappé, discreto y bien sujetado en la primera media hora unas veces por Eric García y otras por Laporte.
España, cuya puesta en escena era impecable, buscaba a Ferran Torres en todos los ataques y el jugador del City, que había forzado para jugar la final, encontró petróleo a la espalda de Theo. Sólo las cornadas de Kimpembe podían evitar que progresara el extremo español.
El primer tiempo se nos escapaba sin ocasiones claras que llevarnos a la boca. Lo más noticioso, una lesión de Varane, que sufrió un pinchazo muscular y tuvo que ser sustituido por Upamecano, un jugador capaz de parecer Beckenbauer y Militao en el mismo cuarto de hora. Se cumplieron los minutos postreros y nos fuimos al descanso con la final en tablas, sin goles y una insoportable sensación de igualdad.
Máxima igualdad
Regresamos del entreacto con el mismo guión de la primera mitad. Mucha intensidad, mucho físico pero pocas ocasiones. Hubo que esperar hasta el 52 para que España se asomara al área de Lloris después de un buen robo de balón de Sarabia, que progresó y la puso al área. Ni Oyarzabal ni Ferran llegaron a la asistencia.
Francia respondió con una galopada de Mbappé que abortó rapidísimo Marcos Alonso. Luis Enrique lo celebró como un gol. España volvió a crecer (y a crecerse) con la pelota. El partido era un rondo gigante donde los franceses no hacían más que perseguir a los nuestros. En el 60 Luis Enrique metió a Yeremi Pino por Sarabia.
Entonces Francia desató sus armas al contragolpe. Pudo llegar el gol gabacho en el 63 en una contra en la que participaron Mbappé y Benzema y que terminó Theo Hernández con un remate que se estrelló contra el larguero. Nos sonrió la fortuna y en la siguiente acción se cumplió la ley del fútbol. Busquets vio el desmarque de Oyarzabal, Upamecano fue Militao y le defendió mal, así que el delantero español se plantó ante Lloris y le batió por bajo.
Benzema primero y Mbappé después
España había encontrado el gol en su primer tiro a puerta. Era el minuto 64. Luis Enrique se las prometía muy felices pero la alegría nos duró menos que una birra en un botellón. Lo que tardó Benzema en pedirla (la pelota, no la birra), encarar a su par en el pico del área y colocársela por la escuadra a Unai Simón, que voló para puntear la pelota, pero no fue capaz de despejarla. Nada, que pasamos del 0-0 al 1-1 sin llegar a degustar el 1-0 siquiera.
El gol dejó sonado al equipo de Luis Enrique y Mbappé perdonó dos ocasiones consecutivas para hacer el segundo. La primera, en una vaselina que se le fue por poco y la segunda en un disparo blandito dentro del área. España necesitaba un tiempo muerto. O cambios. Como si me estuviera leyendo, el seleccionador metió a Koke por un Gavi que se había vaciado y desfondado. Estábamos en el minuto 74 y la final empezaba a pintar en color bleu.
Y terminó de pintar mal cuando Mbappé –en una situación que parecía fuera de juego– se inventó un desmarque imposible en la frontal, retrató a Eric García, se plantó ante Unai Simón, le hizo un amago con una bicicleta y le batió por bajo con la naturalidad con la que un médico se pone una bata blanca. El VAR tardó y concedió un tanto que, cuantas más imágenes echaban, más fuera de juego parecía. Luego se vio la solución: Eric García había tocado la pelota y habilitaba a Mbappé.
El gol, que había llegado en el tercer aviso de Mbappé, ponía a España contra las cuerdas y en los minutos finales del partido. Lo intentamos hasta el final pero una mano impresionante de Lloris en el 87 privó a Oyarzabal del empate. Fue nuestra ocasión postrera y, aunque España lo intentó hasta el final, Francia se llevó un partido gracias a su enorme pegada. España fue más equipo, pero cuando el rival junta a Benzema y Mbappé mismo bando, es (casi) imposible ganar.